For more than 25 years, educational reforms at global and local levels have identified teachers as the main responsible for poor educational results, without taking into account that their life-long career does not always offer professional conditions, especially in terms of pre and in-service training. Nor are teachers trained to confront crisis situations that affect educational systems worldwide, such as armed conflict, but also a pandemic like COVID-19. This article studies, from a qualitative perspective, the case of a group of teachers in a rural community in El Salvador who, based on various professional development strategies, were able to provide educational responses to their students and families during the time of school closure due to COVID-19. This case highlights and analyzes spaces for professional development that prioritize teacher collaboration and promote professional autonomy to respond to the specific needs of communities in non-crisis contexts, but above all, crisis ones. This experience evokes the urgency for professional development spaces to be characterized by using methodologies based on learning communities, study groups, peer observation and pedagogical support based on professional respect, which build collective knowledge that transforms practice in the classroom.
Las reformas educativas a nivel global y local desde hace más de 25 años señalan al cuerpo docente como el responsable principal de los deficientes resultados educativos. Sin considerar su carrera a lo largo de su vida laboral, no siempre se ofrecen condiciones profesionalizantes, especialmente en cuanto a la formación inicial y continua. Tampoco se les forma para enfrentar situaciones de crisis que afectan los sistemas educativos a nivel mundial, como puede ser un conflicto armado, o una pandemia como ha sido la del COVID-19. Este artículo estudia, desde una perspectiva cualitativa, el caso de un grupo de docentes en una comunidad rural de El Salvador que, a partir de diversas estrategias de desarrollo profesional pudo brindar respuestas educativas a sus estudiantes y familias en el marco del cierre escolar por COVID-19. Es un caso que pone de relieve y analiza espacios de desarrollo profesional docente que prioricen la colaboración docente y que promuevan la autonomía profesional para responder a las necesidades específicas de sus comunidades en contextos sin crisis, pero, sobre todo, de crisis. Esta experiencia plantea la urgencia de que los espacios de desarrollo profesional usen metodologías basadas en las comunidades de aprendizaje, grupos de estudio, observación entre pares y acompañamiento pedagógico basado en el respeto profesional, que construya conocimiento colectivo que transforme la práctica en el aula.