En el siglo XXI, los cambios suscitados por la globalización y por las dinámicas sociales de la nueva normalidad post COVID-19, plantean problemas a la hora de definir las relaciones comunicacionales entre individuos. Desde esta óptica, los problemas de la comunicación envuelven diversas aristas, difíciles de afrontar. En la mayoría de los casos, se producen fallas comunicativas, debido a la compleja variedad de matices presentes en la comunicación, así como en la nula comprensión de sus conceptos y en la gran amplitud de expresiones culturales, que pueden concebirse como diversas, no encontrando espacio dentro de los escenarios cotidianos. En tal sentido, analizar los alcances de la comunicación, encarna un problema para la filosofía, en especial para la antropología filosófica, dado que valora la comunicación como un acto representativo de la identidad cultural, ya que responde a las formas de expresar, oral o gestualmente, la interioridad humana. Este universo cultural es amplio y no existen análisis suficientes para definir cómo influye la comunicación en los procesos de transmisión cultural. Bajo el método hermenéutico-documental, el artículo explora el proceso de comunicación, como medio para expresar la realidad ontológica y epistémica de los individuos, de espacio de encuentro, fuente que enriquece la cultura, la identidad y la interacción social.