Hoy en día se habla mucho de calidad académica, posiblemente como consecuencia del impulso a la calidad industrial, una de las características de un mundo globalizado y en donde aparece la competitividad como signo de progreso social. Sin embargo, la calidad académica, además de la modernización tecnológica en el proceso de enseñanzaaprendizaje, requiere de una revaloración del ser humano, que aspira a satisfacer necesidades, no sólo físicas y biológicas, sino también, espirituales, por parte de sus sentimientos, conocimientos y voliciones, que trascienden lo inmediato, lo empírico y temporal. Para alcanzar esto se propone la necesidad de afrontar el reto de superar una apariencia de calidad aducativa, asumiendo con responsabilidad y libertad el pensamiento antrópico.