Resumen:
conocí, una tarde de octubre de 1995, a los abuelitos de Santa Fe. Daniel Morales, el presidente del Consejo Popular de esa localidad, me llevó a visitarlos, porque ellos son el orgullo de su comunidad. En aquella ocasión pude darme cuenta de las múltiples actividades recreativo-culturales que ese círculo de abuelos desarrolla y cuya relevancia le hizo merecedor del título de liceo. Las informaciones se mezclaban con las anécdotas. Cada minuto que pasaba crecía mi asombro y admiración. Y como soy de esas personas que no puede ver algo positivo y útil sin pensar en divulgarla, se me ocurrió la idea de hacer un libro-testimonio de dicha experiencia. La animada conversación estuvo poblada, como es lógico cuando personas de edad avanzada se reúnen a conversar, de innumerables anécdotas. De ahí surgió la idea de completar el trabajo con entrevistas sobre la vida de un determinado número de esos abuelos. Intuía que a través de sus testimonios podría trasmitir —tanto a las nuevas generaciones cubanas, como al lector extranjero—, no sólo hitos de su historia personal, sino también pinceladas de la propia historia de Cuba.