Todo parece indicar que el mundo de la gestión organizacional se encuentra aun bajo el traumático impacto de la gran crisis petrolera de los años ’70 del siglo pasado, la que gatilló el paso de una economía fundamentalmente basada en la producción y transacción de commodities y la industria pesada, a una economía sustentada en la información, las comunicaciones y el mercado. En efecto la crisis petrolera constituye un hito insoslayable cuando se requiere analizar el paso desde un énfasis en las variables asociadas a la producción de bienes a uno centrado en la eficiencia y la calidad de los servicios prestados a los clientes. Tal tendencia, apunta a marcar un movimiento sostenido hacia una creciente flexibilidad y ductibilidad de los procesos de producción de los propios productos así como de los servicios que prestan las organizaciones. Dicha trayectoria es, por ejemplo, patente en la hitos vividos por la naciente industria de la gestión de la información. Esta industria, floreciente tras el shock petrolero de la década de los 70, muestra un impactante cambio en su eje de desarrollo, pasando rápidamente desde un foco centrado en el hardware, a uno centrado en el software y más recientemente, desde este, al Internet y el desarrollo de redes virtuales (Bruun y Hukkinen, 2003)...
Public management reforms promoted by New Public Management (NPM) have produced several modifications to the structure and administrative processes, distancing them from the classic bureaucratic paradigms. However, the potential of this reform movement and its controversies have marked the implementation of reforms that claim to be inspired by it, opening a debate concerning its content and its sustainability over time. A central aspect of this controversy is the degree of adjustment between the assumptions underlying NPM and a culture where public administration is predominant. In this article, we review some critical issues identified in the implementation and operation of management models inspired by NPM. We propose an analytical perspective that places cultural factors within the context of public sector reform, integrating them as an axis in the management of change within public organizations, and assuming them as a condition and necessary resource for an adequate and sustainable reform, and not as an obstacle towards it.