Descripción:
Este artículo comienza con un extenso reconocimiento de los aportes de la Constitución de 1999 al problema de los pueblos indígenas, herencia de una marginalización iniciada hace más de quinientos años. También destaca cómo este reconocimiento ha aportado a un proceso de autovalorización de las comunidades indígenas. Sin embargo, señala también cómo casi todas las Disposiciones Transitorias, que estipulaban plazos para transformar los principios enunciados en realidad, han quedado letra muerta y cómo, en un tema tan importante como la delimitación de territorios ancestrales, Venezuela ha quedado a la zaga de otros países con Constituciones menos progresistas