«Y la una no se mueve sin la otra» es un texto de 1979 de Luce Irigaray, esa feminista francesa de la diferencia que gracias a la dependencia noreurocéntrica que produce la colonialidad del saber tuvo una influencia importante en el pensamiento y la práctica de varias de las feministas radicales y autónomas de Abya Yala. Me ha gustado volver a este título que de alguna forma condensa, en la sublimación del amor a la madre, la vieja idea feminista de un atávico vínculo entre mujeres que habría que recuperar y fortalecer. En la idea de Irigaray, como en la de casi todo el feminismo que he conocido hay esta concepción de que la destrucción del patriarcado solo es posible desde el reconocimiento y encuentro con la otra igual.