Resumen:
La idea de que la experiencia estética es puramente subjetiva, autónoma y se encuentra asociada a un sentimiento de placer específico generó varios malentendidos al suponer, en primer lugar, que debido a su carácter de sentimiento peculiar la experiencia estética está divorciada de otras capacidades humanas tales como la cognitiva. En segundo lugar, que existen cualidades en el arte que son apreciadas universalmente gracias a ese sentimiento que la estética moderna denominó gusto. Esas cualidades específicas y ahistóricas del arte, fueron entendidas luego en términos de visualidad, musicalidad o poesía pura. Analizo aquí el origen de la idea de autonomía y especificidad estética en la modernidad y sus posteriores repercusiones para mostrar la insalvable dificultad que se nos plantea al querer definir la experiencia estética en términos de objetividad o subjetividad, exclusivamente, junto con su identificación con la apreciación del arte.