Fernando Ortiz (1881-1969) es uno de los escritores caribeños más importantes del siglo
XX, no sólo por su activa participación en la política de su país, sino también por sus
aportes a la cultura y el pensamiento de Cuba y América Latina. A pesar de la diversidad de
su producción en términos temáticos (Ortiz se mueve tanto en campos como el de la
política y la criminología, como de los estudios etno- e historiográficos2) parece posible
percibir a lo largo de la misma una constante preocupación por la identidad cubana, cuyos
componentes son objeto de ese singular recorrido hecho por el autor a lo largo de gran parte
de sus textos. Esto lo lleva, en 1940, a la plena conciencia del carácter heterogéneo y
transculturado de esa identidad y a uno de sus ensayos más famosos, incluido en un libro de
título homónimo: el “Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar”.
Sin embargo, dentro del marco de ‘la historia de las ideas’ en Occidente, Ortiz –así como
muchos otros pensadores latinoamericanos- suelen ser valorados desde los parámetros que
de manera general rigen la comprensión occidental de lo que denominamos ‘pensamiento’
en sentido estricto; a saber, el empleo de un lenguaje literal, hecho de conceptos o
categorías bien definidas, que a partir de esa naturaleza ‘pura y unitaria’ de sus expresiones,
se justificaría a sí mismo como el único que nos faculta para pensar. Esto resulta
problemático dado que la restricción del pensamiento a dicho lenguaje, no sólo se da de
espaldas a circunstancias en las que aquel no se compadece de la mejor manera ni con
aquello de lo que se pretende dar cuenta, ni con el modo en que dicha labor se realiza; un
asunto que dificulta el análisis y la valoración justa de los textos que se aparten de dichos
criterios, como lo es el caso del “Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar”.
Profesional en Estudios Literarios
Pregrado