Resumen:
Los seres humanos somos sujetos y objetos de nuestra construcción: mediante el lenguaje y nuestras prácticas, ayudamos a crear una realidad, y esta a su vez constituye subjetividades históricamente situadas, que se adecuan a las particulares condiciones sociales y de productividad del contexto histórico, social y cultural en el cual están insertas (Domenech e Ibáñez, 1989). La memoria, como práctica social, tiene el poder de construir realidades sociales, mundos humanos atravesados por discursos hegemónicos mediante los cuales se intenta institucionalizar, establecer una definición del pasado, a fin de mantener una continuidad en el tiempo, que permita legitimar la situación presente, prescribiendo las expectativas de futuro.