Descripción:
Como era normal para una mañana de sábado, el 28de febrero de 1953 llegué a trabajar al laboratorioCanvedish de la Universidad de Cabdbridge mástemprano que Francis Crick. Tenía una buena razón paralevantarme temprano. Yo sabía que estábamos cerca – aunqueno sabía qué tan cerca – de definir la estructura de unamolécula poco conocida en ese momento, llamada ácidodesoxirribonucleico: ADN. Esta no es cualquier molécula vieja:el ADN, como Crick y yo lo intuíamos, contiene la clave de lanaturaleza de las cosas vivientes, almacena la informaciónhereditaria que es pasada de una generación a la siguiente ycoordina el mundo increíblemente complejo de la célula.Determinar su estructura tridimensional – la arquitectura de lamolécula – ofrecería, eso esperábamos, una visión de lo queCrick había llamado, medio en broma, “el secreto de la vida”.