Resumen:
El plan de estabilización y el Programa de Ajuste Estructural en Bolivia, aplicados en el país desde 1985, tuvieron éxito en el mantenimiento de la estabilidad de precios en el mediano plazo, pero no lograron promover altas tasas de crecimiento del producto ni crear las condiciones para su sustentabilidad. La debilidad del crecimiento del producto no solamente revela problemas macroeconómicos sino también sectoriales y microeconómicos que se manifiestan nítidamente con la crisis financiera internacional. Su impacto repercute sobre un aparato productivo escasamente reestructurado y con productividad media en descenso, particularmente en el caso de la industria manufacturera y agropecuaria, afectando severamente el comportamiento de la demanda agregada. Mientras que el crecimiento económico pasa a depender de los sectores de hidrocarburos y comunicaciones en manos de la IED, los sectores intensivos en mano de obra se retraen o crecen a tasas muy bajas, generando un escenario recesivo agravado por el alto endeudamiento de las empresas nacionales y su fuerte dependencia de un mercado interno cada vez más reducido por la contracción del consumo de los hogares.