Resumen:
Las críticas platónica y aristotélica de la sofística representan dos formas de disputa por el discurso verdadero. En El orden del discurso, Michel Foucault sostiene que “el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse”. Según el filósofo francés, si bien Platón expulsa al sofista de la pólis, quien excluye realmente a la sofística del campo de la filosofía es Aristóteles. Contraponiendo el discurso apofántico al discurso sofístico, el Estagirita lleva a la sofística fuera de la verdad y la falsedad, y la postula como un discurso que es sólo una apariencia de razonamiento, una manipulación de la palabra, arrojando así a la sofística al sinsentido, anulando a la vez la proliferación de discursos, y neutralizando la potencialidad política presente en la materialidad del discurso sofístico.