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Título : COMENTARIO DE LIBRO: Sirio López Velasco: Alias Roberto- Diario Ideológico de una generación, Montevideo, Baltgráfica, 2007
Autor : 
Editorial : Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación - Universidad de la República
Descripción : Dra. Andrea Díaz Genis (presentación oral) Primero, debo agradecer a Sirio la deferencia de habernos invitado a comentar su libro, todo un trayecto de vida, donde se integra recuerdos de su vida más íntima y familiar, con su trayectoria política y su pensamiento filosófico-social. Debo decir, que me sentí muy atraída por la historia, un joven de 16 años que comienza su vida política siendo militante del MLN, en un país convulsionado, que posteriormente inicia un largo periplo como exiliado político, en Chile, Cuba, para terminar finalmente en Bélgica. Que comienza a estudiar filosofía y lingüística y culmina su doctorado en Filosofía trabajando sobre el pensamiento de Vaz Ferreira. Que posteriormente unifica sus intereses por la “liberación latinoamericana” con su inclusión crítica a la filosofía de la liberación en su versión dusseliana, complementándola con aportes de la ética comunicativa Apel-Habermas, los aportes a la filosofía de lenguaje sobre todo de Austin y su propia interpretación del marxismo-leninismo, enriquecido desde una perspectiva que el da en llamar “ecocomunitarismo”. Una carrera política, una búsqueda emancipatoria que se corona en Brasil con una actividad práctica en pro de esta ecología entendida en un sentido profundo de transformación social que respeta y armoniza con el entorno natural y que intenta generar una nueva visión del modo que tenemos de entender lo humano más integrada y más integral.             Dicho esto, podemos decir que hasta la forma que tiene Sirio de contar su propia historia, está a su vez penetrada por un discurso moderno, dialéctico, dialógico y emancipatorio. Su propia vida, según como él mismo la cuenta, pasa por diversas etapas en un intento creciente de lucidez, y de emancipación personal. Obviamente que está contada desde la superación, desde una etapa madura que es conciente de  sus propias insuficiencias, sobre todo de esta primera etapa juvenil. Llama poderosamente la atención y es sumamente interesante el proceso que da cuenta de  un muchacho que milita en este movimiento y que se convierte en un proceso largo de maduración en un pensador con una propuesta propia. Llama la atención, digo, porque de un movimiento, que él mismo muestra, desde su madurez crítica actual, como una organización hiperpragmática, donde no había tiempo  de discutir las cosas, de meditarlas, pensarlas, sale un filósofo, pero esto sí, un filósofo ligado al pensamiento latinoamericano y radicalmente interesado en la emancipación de América Latina  (parece ser, si se me permite, que en este sentido las organización radicales, aunque sean de izquierda, tienen un “parecido de familia” con las órdenes religiosas y militares,  en lo que hace al mandar-obedecer, al disciplinamiento). Habría que ver cuántos de estos casos ha dado el Uruguay y el mundo. Ocurre también en el terreno eclesiástico, muchas veces la militancia religiosa, cuando no subsume por completo, genera sus grandes críticos, que toda su vida se dedican con afán a desenredar los mismos nudos que la propia religión les ha creado. Es evidente que a Sirio lo conquistó la idea de aventura (hace muchas alusiones en el libro a Don Quijote o a lo quijotesco del emprendimiento), el compromiso político, la idea de utopía, había una tarea urgente que hacer, había que transformar el mundo. Partiendo de la superación de las falsas oposiciones que nos enseñaba Vaz Ferreira, y parafraseando la undécima tesis sobre Feuerbach, después de su militancia en el MLN, Sirio se dedica no sólo a transformar el mundo sino a pensarlo para transfomarlo (no es que el proceso de pensamiento no estuviera antes, sino que quizás emergió con más fuerza, a partir de su propia resistencia a ser sólo praxis). Con las herramientas de que ya disponía y habían influido fuertemente en su juventud: la utopía emancipatoria, el ideal del marxismo de  “a cada uno según sus necesidades y capacidades”, se lanzó a pensar. Este tema quisiera meditarlo más en otra oportunidad, me gustaría que abundar un poco más Sirio, sobre el mecanismo que se produce en algunas personas, cuando el pragmatismo de la urgencia (por decirlo de alguna manera), del actuar y no pensar,  la estructuración rígida de lo bueno y lo malo, puede tener el efecto contrario, puede dar que pensar aun más, puede  generar una resistencia a esa negación del pensamiento y dar lugar a un desarrollo reflexivo que intente “justificar” un modo de actuar, un modo de vida, que arriesgó tantas vidas. Otra cosa interesante, es que Sirio defiende en su vida la posibilidad de seguir creando puentes entre la filosofía y la transformación de la realidad, presente precisamente en la tradición marxista, en la filosofía de Nuestra América,  y en los procesos de liberación que el sigue manteniendo en pie en su pensamiento. A lo largo de su libro-vida, muestra estos intentos de llevar a la práctica una filosofía propia que autodenomina ecocumunitarismo.     Hay algunos elementos sobre los que me gustaría cuestionar o preguntarle:  1-¿Cómo congenia Sirio esa apuesta por el pensamiento, por la reflexión -con un alcance global, ecológico, armónico con el ambiente- con la justificación de la violencia, que de alguna manera sigue sosteniendo, aunque en forma más débil que en sus tiempos de juventud 2-¿No piensa, que por ese camino, estaría dándole otra vez la espalda a una sociedad que no quiere  o no busca los cambios a través de ese tipo de prácticas? 3-Por otra parte, ¿no son ese tipo de prácticas violentas, las que llevan posteriormente a la justificación de la violencia muchísimo más potente de otras fuerzas en pugna? 4-Toda su justificación de la ética y la importancia que le da en ella a la argumentación (aunque no me gusta que la resuelva en tan sólo 3 principios…) ¿no es contradictoria con el uso de la violencia? (sabemos que también el pensamiento argumentativo puede constituirse una  forma solapada de conquistar el poder o más bien de sustentarlo, de la que supongo que el ecocomunitarismo estará prevenido).  En definitiva, para la ética comunicativa de la que parte, si se argumenta, no se es violento.  En síntesis, no me queda claro cómo Sirio armoniza estos diferentes modos de ejercer una transformación de la realidad: a través de la filosofía y la argumentación, el trabajo social y la lucha armada, si es que la sigue defendiendo, aunque en menor medida, y con menor impacto que antes.  Termino con una frase de Kant “..el obstáculo más grande de la moralidad, que es la guerra, que constantemente se opone al avance de la humanidad, que en primer lugar (la guerra) se torne más humana, luego cada vez menos frecuente y por último llegue a ser abatida completamente como guerra agresiva”  De alguna manera, y olvidando por un momento este aspecto, su visión filosófica del mundo es coherente y amplia (con su visión ecológica), con la matriz desde donde surgió su práctica revolucionaria. Hoy en día, con más canas, y quizás no con menos radicalismo, aunque si con más posibilidades y más libertades, puede ver que revolución y reforma no tienen por qué se contradictorios, como no lo es tampoco la transformación de la sociedad en relación al pensamiento. Esa combinación de vida y pensamiento, entregada a un ideal, que al menos se trasunta en su propia visión de sí mismo relatada en el libro, lo coloca en una posición hipercrítica con respecto al momento presente político, una lucidez que muestra no dejarse conquistar tan fácilmente por las propuestas que hoy día dicen ser de izquierda, pero que en realidad pueden resultar formas más perversas de ejercer solapadamente el neoliberalismo, en pro de  ajustarse pragmáticamente a lo que se puede, y renunciar de esa forma a la utopía.  Creo que su biografía trasciende a su persona,  que tiene un interés social y no solamente anecdótico, que hay que  atender especialmente a esas críticas que hace, para mí más que lúcidas, del momento político presente, que se lo permite, el acercamiento y a la vez la distancia de una persona que ha vivido, recorrido mucho mundo, y que hoy se encuentra mirando el Uruguay desde su vida en el Brasil, el des-centramiento de su recorrida, nos ayuda paradojalmente a centrarnos, su extrañeza-cercanía a apropiarnos de otra visión acerca de nosotros mismos.            Hay una mitad del libro que trata más de su militancia política de juventud en el MLN y sus diversos exilios, y otra mitad, más de reflexión filosófica-política. Confieso que me conquista más la primera. Uno siempre lee desde sus propias experiencias-lecturas- reflexiones. A mí como persona, más o menos joven, criada en dictadura, que si tuviera que escribir un libro como el de Siro, hubiese escrito “Alias -algún nombre- Diario  desideologizado de una  generación”, para mí, decía, casi es un testimonio de  un “animal fabuloso” -con todos mis respetos del caso-. Lo que más me asombra, es leer la autobiografía de una persona, y con él de toda una generación, que jugó todas las cartas de su propia existencia y con ella la de los otros, la de toda una sociedad, en pos de una convicción (basada, claro está, en una lectura ideológica, política, filosófica de la realidad), que creían indubitable.  Pertenezco a una generación nihilista, de exiliados económicos y no políticos (la pregunta vital que estamos obligados a hacernos es: ¿me quedo o me voy?), aunque apuesto personalmente no por un nihilismo reaccionario, sino activo,  que no termine ni el suicidio ni el desesperación, pero tampoco en la justificación racional-utópica de un más allá inexistente. A un sector de la sociedad, que “atiende” un discurso o una propuesta, en todo caso, si plantea una mejora para nuestra situación personal o de nuestros seres queridos, o para los más generosos, de nuestro comunidad; en el aquí y ahora, y concretamente. De alguna manera, a pesar del nihilismo, individualismo o más bien, personalismo (no en el sentido filosófico del término), y descreencia en la  política, en los políticos, y las utopías, hay algo en común con la propuesta de Sirio (para mí, un ateo que sigue siendo religioso): si en algo hay que creer es en lo que la gente puede hacer por ella misma, directamente, y sin representaciones y apostamos a ello. Para finalizar, y a modo de conclusión provisoria, el libro, tiene un valor social, cultural e histórico muy importante. En estas luchas por la historia que presenciamos en el presente, por apoderarse de una visión, es de sobremanera importante, la historia contada por sus protagonistas (e insustituible). Celebro esa posibilidad de esa otra mirada. Ya se sabe que cuando más ojos miren la “realidad”, más posibilidad tenemos de verla mejor.  
URI : http://biblioteca-repositorio.clacso.edu.ar/handle/CLACSO/46249
Otros identificadores : http://www.fermentario.fhuce.edu.uy/index.php/fermentario/article/view/27
Aparece en las colecciones: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación - FHCE/UDELAR - Cosecha

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