The official provision of home confinement to safeguard health against a pandemic without referents, a situation that each country assumed with varying degrees of urgency, in Mexico - in general - and on the Tijuana border - in particular - came into force in March of 2020. The education sector was one of the first to take up the recommendations, canceling activities at the Autonomous University of Baja California in all its campuses in the afternoon of March 17 "until further notice." This had various effects on the student population, which in emotional terms was expressed mostly as uncertainty. The requirement to stay at home implied social distancing, but not only with respect to proxemia between bodies to avoid possible contagions, but also the distancing towards any interaction in public space, that is, the cancellation (perhaps temporary) of all social activity. In the same way, became a hyper-coexistence with those who share the private space, forcing families to reorder times and spaces and, in this, reconfigure a new coexistence. Nostalgia for life outside and discomfort for life in confinement produced, in the same way, new forms of body-space-emotions relation in everyday experience. This article presents and analyzes the corporeal-affective rearrangements of a group of young university students from Tijuana around the pandemic at the beginning of their quarantine, by reconstructing their spatial experiences from a phenomenological and interactionist approach, through the method of autoethnographic spatial narrative.La disposición oficial del confinamiento domiciliario para salvaguardar la salud frente a una pandemia sin referentes, situación que cada país asumió con diversos grados de urgencia, en México –en general– y en la frontera de Tijuana –en particular– se hizo efectiva en marzo del 2020. El sector educativo fue uno de los primeros en asumir las recomendaciones, cancelando actividades la Universidad Autónoma de Baja California en todos sus planteles por la tarde del 17 de marzo “hasta nuevo aviso”. Ello tuvo diversos efectos en la población estudiantil, que en términos emocionales se expresó mayormente como incertidumbre. La exigencia de guardarse en casa implicó el distanciamiento social, pero no solo respecto a la proxemia entre cuerpos para evitar posibles contagios, sino el alejamiento hacia toda interacción en el espacio público, es decir, la cancelación (acaso temporal) de toda actividad social. De igual manera, devino una hiper-convivencia con quienes se comparte el espacio privado obligando a las familias a reordenar tiempos y espacios y, en ello, configurar una nueva convivencia. La nostalgia por la vida exterior y la incomodidad por la vida en encierro produjeron, de igual manera, nuevas formas de relación cuerpo-espacio-emociones en la experiencia cotidiana. Este artículo muestra y analiza los reacomodos corpóreo-afectivos de un grupo de jóvenes universitarixs de Tijuana en torno a la pandemia al inicio de la cuarentena, al reconstruir sus experiencias espaciales desde un enfoque fenomenologista e interaccionista, mediante el método de la narrativa espacial autoetnográfica.