Descripción:
RESUMEN: La vida ha pasado a ser objeto de la administración estatal (eso que Michel Foucault, en cierto sentido, ha denominado “biopolítica”), buscando intervenir de manera positiva en una población, para hacerla vivir; no obstante, en el envés de esa intención de hacer vivir, se gestiona además lo que se debe exterminar o abandonar a la muerte para que una población pueda vivir feliz y en paz. Se conforma entonces una doble continuidad que hace parte de una misma moneda: de un lado, la inclusión que lleva a la seguridad o a la tranquilidad, y del otro, la exclusión que lleva a la extinción.
La política, con un nuevo discurso securitario (del que no es ajeno el Estado colombiano), se configura como a gestión, el juego de la vida y la muerte, convirtiéndose así en esa irreductible multiplicidad de instituciones,
movimientos, grupos, individuos que luchan y rivalizan por la vida dentro de una agonía indefinida en la que hay unos que deben morir.