Resumen:
La casa estaba oscura. Los pies sostenían el cuerpo del niño que escondía un trompo de madera en una montañita de arena que había construido en el corazón de la sala. Una pareja conversaba estando a su lado de pie. El niño no entendía el lenguaje. Un carro amarillo estacionó en frente de la casa de bahareque, de ventana verde, techo de palma africana y paredes blancas. Unos segundos después, el hombre sembró los labios sobre la cabeza del niño y se despidió de la mujer confiando en que volvería. Este gesto amoroso acompañaría al niño toda la vida. Con la inocencia de la infancia desbarató la montañita de arena para sacar el trompo y estar atento a lo que el hombre le decía a la mujer.