Resumen:
Los poderes mundiales no se ponen de acuerdo y los intereses nacionalistas de todos sin exclusión pasan a ser los temas prioritarios de la agenda global. Sin embargo, es bueno remarcar que el que haya conflicto y desacuerdo no significa que debe haber guerra. La guerra, aparte de la tragedia y la muerte que genera, no resuelve nada. Poco hemos aprendido de la historia de nuestra especie en la que la guerra no ha solucionado nunca de manera definitiva ningún problema y que lo que ha hecho es solo intensificarlos y, con ello, hacernos más malos. Los problemas nacionales -políticos y materiales- de la humanidad pueden resolverse con diálogo y con respeto entre todas las naciones sin necesidad de la violencia o la guerra. Esto vuelve a sonar utópico en el momento en que todas las naciones se arman y se preparan para un posible conflicto, pero podemos hacer uso de nuestra racionalidad y de nuestros sentimientos para resolver pacíficamente nuestras desavenencias. De la Introducción