Descripción:
Los trabajadores, como sujeto colectivo, parecen ausentes del escenario nacional. La globalización los convoca a entrar en el teatro del mundo como una multitud despojada de identidad. En México, son millones de asalariados los que participan en los nuevos espacios de producción, pero no como agonistas de su vida misma. En su disolución como un sujeto colectivo destacan dos aspectos: el descenso de la densidad sindical y la reducción de su poder de negociación, manifiesto en el menor número de huelgas en más de 50 años. Los trabajadores mexicanos han tenido que aprender a sobrevivir sin poder ejercer su voluntad colectiva, sin poder representarse, privados de personalidad jurídica autónoma. La nueva condición que pretenden imponerles es la de un insumo inerte, que circula y se consume a voluntad de las empresas. El silencio de la clase obrera en México no es letargo.