Descripción:
Este artículo, producto de una investigación en el suroeste francés, intenta mostrar que el uso de la ciudad no desaparece con la edad avanzada, sino que los cambios en las prácticas urbanas dependen tanto del lugar otorgado a los ancianos en el espacio público, como de sus dificultades de desplazamiento. Vivir en el centro, lugar con fuerte valor simbólico, implica la falta de espacios tranquilos, que sí ofrecen los suburbios o los barrios de vivienda social ubicados en la periferia. La relación con el espacio de los ancianos se analiza con respecto a trayectorias de vida, a su lugar y a su sentimiento de pertenencia a una historia colectiva.