Resumen:
Hace cuarenta años, cuando en los hogares latinoamericanos se celebraba la noche buena, una buena nueva ocurría en Cuba: un ejército guerrillero de base social campesina triunfaba en la isla caribeña liberando al país de la tiranía batistiana. Se inauguraba así un proceso político que no pretendía sólo derrocar a un dictador, sino que buscaba seguir una línea consecuentemente revolucionaria: transformar profundamente la sociedad en beneficio de las grandes mayorías. Era lógico que el tema de la lucha armada pasase a ser el tema central de discusión luego del triunfo cubano. Pero detrás de las armas y la táctica guerrillera en la que fueron empleadas, había mucho más; había toda una estrategia política construida y aplicada hábilmente por Fidel y sin la cuál no puede explicarse el triunfo revolucionario.