Descripción:
La red como forma mínima de organización, ideal normativo e infraestructura de comunicación se ha convertido en el paradigma de la acción colectiva. En este artículo se analizan las formas emergentes de la protesta, propias de la era de internet: de las redes activistas a las multitudes conectadas. Las primeras construyen la potencia de articulaciones políticas transnacionales heterogéneas sin comando rector. Con la extensión de la web 2.0, las multitudes conectadas irrumpen en las ciudades y tejen constelaciones performativas que ponen en escena una sensibilidad feminista y hacker. En los años recientes, la ola global de movilizaciones explícitamente feministas convive con estrategias de contrainsurgencia digital promovidas por intereses corporativos que contaminan la comunicación.