Descripción:
El 21 de marzo murió Tomás de Mattos. Tenía 68 años. No ignoraba quién ni qué era. Pero cierta condición natural (¿existe?) y las elecciones que había hecho en la vida le exigían tratar al mundo con misericordia. Conmigo gastaba una forma irónica del respeto con la que se burlaba buenamente del montevideano, del profesor, del crítico literario. Seguí su obra con fidelidad y a él cuando pude: un jurado compartido, la presentación de algún libro suyo o ajeno, como público o como presentador. El homenaje, que pensó correr por allí, terminó siendo la preparación de un ensayo más detenido que me prometí hacer en estos meses. En tiempos de tanta biografía, espero que este privilegio de la obra no defraude.