Descripción:
Este artículo revisita la vieja democracia de partidos uruguaya —la más antigua y una de las pocas de América Latina— retomando críticamente aportes señeros y propuestas propias, para señalar cambios y continuidades en el correr de cien años. Tratando de no caer en el excepcionalismo, el texto hilvana referencias comparativas, que encuadran la originalidad del caso uruguayo y permiten resaltar mejor el potencial que tiene para la política comparada. La primera parte repasa el modelo genético y los rasgos típicos del régimen, que explican sus ventajas comparativas: los factores originarios, la matriz poliárquica, el presidencialismo pluralista, una democracia consociational sui géneris, hecha de partidos políticos y no de clivajes sociales. La segunda parte aborda la gran transformación que sigue a la transición democrática, basada en un sistema de partidos que cambia sin desarticularse, recomponiendo su estructura plural y competitiva. El texto evoca la transición liberal, la reforma constitucional, el descenso de los partidos tradicionales, el perfil predominante que alcanza el Frente Amplio y su debut con un gobierno social democrático, en un estreno comparable a las social democracias tardías de Europa meridional. En todos estos lances la democracia de partidos uruguaya vuelve a hacer la diferencia y al cabo de un proceso histórico largo y gradual, termina acuñando una nueva norma política.