Resumen:
Uno de los productos que con mayor arraigo se ha abierto espacio en la sociedad mediática es el de los noticieros de televisión. Lejos de ser meras instancias del registro del acontecer mundial, estos noticieros intervienen de manera activa compleja como moldeadores de la identidad individual y social. Las transformaciones que sufren los discursos de los noticieros se hace a través de las representaciones sociales que se significan cuando los televidentes procesan la información; en lo que concierne a la violencia y la paz estas pasan, mediante construcción selectiva, a imágenes personificadas e íconos que en lo que respecta a lo pacífico encarnan a Dios, el presidente Uribe Vélez, la paloma de la paz, el Espíritu Santo, los paisajes naturales, la Bandera de Colombia, el ejercito y se convierten en motivos de búsqueda y aproximación, en mecanismos de supervivencia e identificación. De otra parte, el concepto de violencia viene deviene en imágenes como el diablo, la guerrilla, Osama Bin Laden y los paramilitares; todas estas imágenes son generadoras de miedo y desencadenan conductas de evitación, rechazo y exclusión. Este es, a grandes rasgos, el proceso ontológico por medio del cual los niños y las niñas se van erigiendo en "presujetos morales". La configuración de las representaciones sociales que los niños y las niñas hacen están inextricablemente comprometidos elementos propios de su cultura y de los modos como han establecido su alteridad y reproducido las formas de poder y de lo político; las representaciones de violencia y de paz signan la aceptación o rechazo que tienen del otro y lo otro, recurriendo a elementos propios de la irracionalidad de la personalidad modulando prejuicios, discriminaciones y exclusiones. Es por ello que la interpretación de las representaciones de violencia y de paz es simultaneamente un adentramiento en el universo de las ideas y en la dimensión de las pasiones y su secreta alianza con el poder.