Descripción:
El ciclo de movilización y organización social que se abre en América Latina con la llegada al poder del Movimiento 26 de Julio en Cuba en 1959 tendrá dos sucesos de especial importancia. Se trata de las experiencias de 1970 en Chile y de 1979 en Nicaragua. Optando la vía democrática en el primer caso y la vía armada en el segundo, la alianza de fuerzas sociales que encabezó los procesos revolucionarios se propuso construir un orden socialista. Sin embargo, la conquista del poder estatal no resultó suficiente para consolidar el nuevo orden. Las revoluciones no pudieron articular una hegemonía perdurable. Consecuentemente, las transformaciones económico-sociales que habían impulsado los nuevos gobiernos fueron revertidas en poco tiempo por las fuerzas de derecha que los sucedieron. Sostenemos que los procesos revolucionarios de Chile y Nicaragua no lograron consolidar su hegemonía fundamentalmente por dos motivos, uno de orden interno y otro de orden externo: la política de alianza de clases ensayada por ambos gobiernos y la ofensiva militar y logística impulsada por los Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría.