Resumen:
La vida saludable constituye uno de los mayores anhelos de los seres humanos en tanto equivale a la posibilidad de alcanzar la realización individual y colectiva de sus proyectos, aspiraciones y sueños y con ellos la posibilidad de un convivir armónico con la naturaleza y con los/as otros/as. En sociedades como la colombiana la salud ha sido un asunto al que se le ha dado escasa importancia y su desarrollo se ha limitado básicamente a mejorar la oferta de servicios para la atención de la enfermedad. Se ha contado más con una política sectorial de servicios, en la que predomina la fragmentación y sectorización de las intervenciones, que con una política integral que contemple asuntos que tienen que ver con la salud, la calidad de vida y el desarrollo humano, como la seguridad alimentaria, la educación, el trabajo digno, el cuidado del ambiente, entre otros. De ahí que se afirme que la política de salud del país se ha constituido más bien en un instrumento regresivo que propicia la pérdida de derecho a la salud. En este contexto de restricciones, limitaciones y negaciones surge la pregunta por la actitud de la sociedad colombiana frente a una realidad en la que cada vez se distorsiona más el concepto de salud, se niega la posibilidad de la vida saludable como derecho de todo ciudadano/a y se interpela por su papel en la producción de la misma. Y la respuesta no se ha hecho esperar, los colombianos y colombianas, especialmente los de los sectores populares que han sido los más afectados, han puesto en marcha, con alguna irregularidad (picos más activos que se alternan con periodos de latencia), la movilización por la salud, producto del malestar social que ha generado la estructuración de un sistema de salud basado en la competencia de mercado.