Frente a la indiferencia que surge respecto al amor de Dios, al desánimo y a la pérdida de sentido, que pueden surgir a causa de no reconocer el amor infinito que se nos dirige sin cesar, se hace urgente emprender el descubrimiento de la presencia del Señor en nuestras vidas y de su misericordioso actuar. Para ello, se hace necesario recordar toda la bondad de Dios, su cercanía y su fortaleza. La tarea es fundamental para la vida del creyente. Todos podemos tomar consciencia acerca de la misericordia de Dios, que ha enriquecido nuestra existencia, y que nos mueve a la gratitud y a la confianza. Al recorrer el camino para dar gracias a Dios se hace a un lado la discriminación y la exclusión, todo lo contrario, surge el servicio a los más necesitados y el corazón deseoso de vivir el discipulado, aparece el anhelo de vivir con agradecimiento y de acoger con alegría el amor de Dios que acostumbra a sorprendernos.