El mensaje de Jesús en Mc10, 13-16 constituye hoy un desafío al modelo tradicional de la participación de la niñez en el contexto de la iglesia y la sociedad, donde predomina la mentalidad adultocéntrica que limita su visibilidad como sujetos privilegiados del Reino de Dios. Cambiar la realidad amerita la ruptura y deconstrucción de los patrones antagónicos, con respecto a su reconocimiento como lugar teológico, e impone un compromiso a los adultos para velar por su bienestar integral aplicando estrategias pedagógicas y lúdicas basadas en los principios del reino de Dios para preservar su dignidad.