Descripción:
La misión compartida es un camino de muerte y de resurrección, porque exige acabar con un estilo de vida y de misión individualista y elitista, para resucitar a un modo nuevo de vivir la comunión y la misión eclesial. Esa forma de entender la misión supone un cambio de mentalidad, que nos lleva a evitar actitudes unilaterales (autosuficiencia, autoritarismo, recelos, imposición, dominación masculina, intereses institucionales) y a favorecer la colaboración de todos los carismas, la corresponsabilidad, la confianza, la fraternidad y el servicio humilde.