Resumen:
El devenir del pensamiento pedagógico, ha transitado por diversos sistemas educativos que históricamente han priorizado en la memorización, el modelo bancario, industrial, militar, hospitalario y el autoritarismo, hacia enfoques disruptivos y emergentes que empoderan a los estudiantes para convertirse en agentes de cambio y en sujetos aptos para gobernarse a sí mismos al estilo griego de la “enkatreia”. En consecuencia, la transición de la “pedagogía tóxica” hacia la “pedagogía de la libe- ración” es fundamental para proponer una educación pertinente y contextualizada que busca no solo obtener buenos resultados en pruebas estandarizadas, matrícula, cobertura y permanencia; sino a la par pertinencia, justicia social y equidad que permitan minimizar la intensidad de las brechas sociales, económicas y digitales latentes en los establecimientos educativos públicos del país.
En este orden de ideas, la “pedagogía tóxica”, no es solo una coletilla posmoderna y neoliberal de época; sino más bien una tendencia recurrente que hace referencia directa a sistemas educativos que promueven la competencia desenfrenada, la memorización sin reflexión y el autoritarismo que asfixia la subjetividad y el pensamiento crítico. Estos sistemas, a menudo arraigados en tradiciones coloniales, perpetúan desigualdades y estigmatizan a aquellos que no se ajustan a un molde estrecho y prescrito.