Resumen:
En nuestra Catedral se concentran más de quinientos años de un itinerario evangelizador, dos siglos de la obra magnífica del capuchino Domingo de Petrés y el aporte de una multitud de artistas, renombrados o anónimos, que han poblado el recinto con la expresión de su talento y devoción. Pero la Catedral no es un museo. Es un sitio sagrado que articula la identidad cultural de la nación desde su fe católica romana, a través de la historia secular, con la concreción de la arquitectura y el arte. Nuestra Catedral es, sobre todo, como un sacramento que recuerda a la ciudad de los hombres, la Ciudad de Dios.