Resumen:
México ha transitado por cambios institucionales violentos: guerra de independencia, guerra de reforma y revolución. También se han instrumentado reformas institucionales graduales y pacíficas; sin embargo, desde la Colonia ha pervivido un sistema de privilegios que se sustenta en el intercambio de lealtades por excepciones del gobernante ante los tributarios y electores poderosos. Esta confabulación perversa se ha reproducido en la sociedad mexicana, orientando la conducta social hacia patrones improductivos, inequitativos y deshonestos. La teoría neoinstitucional es empleada en este estudio para comprender la importancia de las instituciones para el desarrollo económico, la consolidación democrática y el afianzamiento del Estado de derecho.
Las naciones más prósperas y desarrolladas han sustentado su progreso en un orden institucional surgido de Estados consensuales que garantizan los derechos de propiedad, la cooperación y el intercambio humano bajo reglas y normas que proveen certeza y certidumbre. En cambio, México ha padecido de un Estado depredador donde los grupos que controlan y ejercen el poder persiguen sus propios fines, alterando el orden legal y los derechos de propiedad en su favor y elevando los costos de transac- ción que frenan el crecimiento económico.
Para que México deje de ser un país subdesarrollado, con un desempeño democrático deficiente y un orden jurídico desviado de sus fines básicos, debe alcanzar las tres E de las naciones prósperas: equidad, eficiencia económica y Estado de derecho. Sin embargo, en la historia de México ha prevalecido un orden colectivo de las tres I: ineficiencia económica, inequidad social e ilegalidad (o incertidumbre jurídica).