El objetivo del presente artículo es analizar las perspectivas sobre las transformaciones ocurridas en Jericó a fines de la Edad del Bronce Antiguo III (ca. 2700/2650-2300 a.C.). Para esto se comparan brevemente los restos materiales correspondientes al Bronce Antiguo III y el período siguiente, el Bronce Antiguo IV (ca. 2300-1950 a.C.). Tras ello, se pretende debatir sobre si estos cambios deben interpretarse como un “colapso” del sistema o una “adaptación paulatina” a las nuevas condiciones y demandas regionales. Al respecto, cabe señalar que mientras muchos sitios eran abandonados, Jericó experimentó un tiempo de florecimiento económico y desarrollo urbano sin precedentes, pero que en torno al 2350 a.C. se vio interrumpido de manera abrupta: al parecer, ingresaron enemigos a la ciudad, saqueando todo lo que allí había, incluidas las riquezas del palacio y el templo. En simultáneo, es probable que incendiaran las murallas de la ciudad. Años después, el asentamiento sería rehabitado por grupos de pastores-guerreros procedentes, aparentemente, de la Alta Mesopotamia, quizás motivados a trasladarse por causa de las alteraciones medioambientales en sus tierras de origen.
The aim of the present article is to analyze some perspectives on the transformations that took place in Jericho at the end of the Early Bronze Age III (ca. 2700-2300 BCE). Therefore, a brief comparison will be made between the materials that belonged to the Early Bronze Age III and to the following period, the Early Bronze Age IV (ca. 2300-1950 BCE). Afterwards, a discussion will be held to decide whether the changes should be interpreted as a system collapse or as a gradual adaptation of the new conditions and regional demands. In this regard, and although many areas were abandoned, Jericho experienced a flourishing period and urban development without precedent, but towards 2350 BCE such changes were abruptly interrupted: enemies entered and looted everything present there, including the jewelry of the palace and the temple. Simultaneously, the walls of the city were set on fire. Years later, the settlement was inhabited by shepherd-warrior groups coming mainly from Upper Mesopotamia, likely motivated by environmental issues.