El ocio, la fiesta, la diversión, la risa y la trasgresión se han puesto cita a lo largo de la historia para contemplar el devenir del tiempo. Su presencia permanente en los escenarios sociales demuestra sin recelo que, donde existe el lenguaje y la cultura, concurre con naturalidad el goce y el placer. Sin lugar a dudas, la inevitable búsqueda de marcos de escape, momentos de inversión política que privilegian una aparente banalidad mundana, ha acompañado los procesos de la humanidad que, inmersa en el paralaje entre la consolidación de sus propios límites y el vértigo que genera la sola idea de romperlos, habita un constante dinamismo y construye diversas formas de significación, de las que el juego emerge como un universo paralelo.Historiador (a)Pregrado