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RESUMEN : El capital social y las instituciones son elementos clave para entender la forma en la que las
organizaciones sociales configuran territorios locales. No obstante el debate sobre cómo
entender estas categorías no es una conversación terminada y mucho menos consensuada.
Hay tantos enfoques de pensamiento frente a estas categorías como miradas al concepto de
desarrollo desde las diferentes ciencias sociales. No obstante, durante las últimas tres
décadas se han presenciado en América Latina esfuerzos y cambios en los enfoques
teóricos del desarrollo económico y de la teoría institucional. Éstos han permitido reconocer
las potencialidades del capital social para generar nuevos instrumentos de acción orientados
al apoyo y la coordinación de las políticas sociales (Atria, 2003). En particular, las
orientadas a fortalecer los territorios con bajos niveles de calidad de vida, conflictos
distributivos, desplazamiento y migración, y los asociados con la gobernabilidad y la
regulación. Estas políticas han estado en la mira de los teóricos del desarrollo y la
economía neoinstitucional durante los últimos veinte años, generando un debate sobre
cómo los instrumentos que se han diseñado no han tenido los resultados esperados.
Principalmente porque cómo lo plantea Ademan (2002) el desarrollo económico se origina
en múltiples fases y dimensiones y, por lo tanto, no puede ser considerado de manera
lineal, como en las teorías tradicionales asociadas a las metas de crecimiento; Además
porque estas apuestas teórico metodológicas desconocen las realidades de los territorios
donde se ejecutan. (López, 2011).