Es propicio cierto estado del alma para hacer del encuentro con la obra de Beckett una experiencia creadora y dejarnos conmover por los diferentes matices de significación que evocan sus palabras. Se trata de ese estado psíquico cercano al adormecimiento desde el cual nos salen al paso sus personajes, y al cual tenemos que ingresar nosotros mismos si queremos entrar en diálogo con ellos.