Este texto plantea que la filósofa María Zambrano pasó tres temporadas en La Habana (entre 1940 y 1953) como exiliada —las cuales tuvieron un peso importante en su vida— y describe sus principales actividades en la Isla; repasa también sus relaciones con los escritores cubanos y los exiliados españoles, con la intención de aportar algunas reflexiones sobre la forma en que las experiencias de esos años quedaron plasmadas en su pensamiento.
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