Descripción:
Alrededor de los años treinta del siglo pasado se constituyó cierta mitología del psicoanálisis según la cual “la palabra” lograba el milagro de una curación que chocaba contra creencias positivas de la psiquiatría: no sólo era capaz de reconocer los síntomas, sino también de proveer su resolución. Algo semejante ocurría con la sociología, metodológicamente capaz de describir estados complejos, de prever evoluciones y aconsejar medidas de las que ninguna política sana debía prescindir. En el contexto de esa eficiencia no es extraño que la antropología pegara un gran salto con el estructuralismo ni que se desarrollara la crítica literaria hasta alcanzar cimas que la antigua filología no se había atrevido siquiera a postular; la lingüística, correlativamente, tuvo grandes avances no sólo por la posibilidad de describir lenguas o sus mecanismos, sino por el hallazgo de leyes básicas de su funcionamiento y sentido.