Descripción:
Quisiera proponer tres consideraciones: la primera, que el arte contemporáneo es un discurso; la segunda, que se instituye como lugar de conocimiento y la tercera, que las rutas dispuestas para su comprensión epistemológica y su aparato hermenéutico, se estructuran a partir de las nociones de memoria e imaginación.Indicar que el arte contemporáneo es un discurso, parece evidente. Me inclino a pensar que el arte –entendido como evidencia formal en sentido amplio – se instaura como una práctica discursiva, empleando términos de Foucault, en razón a que determina su estructura a partir de que ésta se encuentra controlada, ha sido seleccionada y es posible redistribuirla; en consideración, la práctica al mismo tiempo entreteje la reflexión sobre el discurso, con aquella sobre el poder.