Descripción:
En este escrito se afirma que cuando los inversionistas escojan entre la ética de su país y la del país en que están invirtiendo, deben ajustarse a la ética más exigente, evaluando las diferencias desde la perspectiva de los derechos humanos. En la práctica, es difícil para un país como Colombia tener la autoridad moral para criticar a los inversionistas extranjeros, dados las prácticas comerciales de empresarios, sindicatos, consumidores y otros. No obstante, la inversión extranjera es pate del desarrollo, y el desarrollo debe medirse a través de la ética, como lo muestra Amartya Sen, y a través de los avances en derechos y libertades que brinda a los países en desarrollo.