Descripción:
La importancia atribuida a la ciudadanía, su centralidad como tema político y la garantía de equidad que como ideal incuestionado encama la democracia, se presentan ante nosotros como un hecho dado. Nada hay, sin embargo, más lejano a la realidad. Estudios contemporáneos sobre la evolución política, demuestran que “la creciente conquista de libertades y derechos civiles no es incompatible con la persistencia de las desigualdades sociales e incluso con su agravamiento”.1En este trabajo me propongo problematizar los conceptos tradicionales de democracia, participación y legitimidad, no solo en cuanto a los principios que les sirvieron de fundamento, sino en cuanto a su aplicación, tanto en países en los que tales ideas fueron desarrolladas, como en los países del tercer y cuarto mundos a los cuales se transplantaron.
Para nadie es ajeno el hecho de que la sociedad moderna globalizada, habiendo alcanzado avances significativos en el campo de la productividad y las telecomunicaciones, ha puesto sobre el tapete internacional nuevas presencias culturales, ocultas solo por el limitado alcance de los medios, pero que siendo ya visibles, claman por la satisfacción de sus necesidades socioeconómicas y por el reconocimiento de sus diferencias culturales.