Descripción:
Que las imágenes desempeñan un papel preponderante en la conformación de las memorias e identidades de una comunidad, es una verdad que ya nadie discute; pues al fin y al cabo ellas hacen parte de esas manifestaciones en las que se instauran, mejor dicho se crean y consolidan comportamientos éticos y estéticos que caracterizan sus épocas. No en vano mediante ellas se exaltan los valores y creencias que terminan por construir sus relatos, sus mitos, en suma, eso que denominamos las historias de las colectividades.
Al recorrer la ciudad en la que vivo y penetrar sus espacios, es evidente que hay imágenes que al estar permanentemente presentes terminan rigiendo nuestro mundo, hasta el punto de señalar justamente el lugar de nuestro reconocimiento y la articulación de nuestras identidades. Son ellas las que configuran imaginarios y símbolos en los cuales se despliegan lazos de inserción y son ellas las que montan y desmontan los escenarios dramatúrgicos de las identidades y de las diferencias. No en vano esos espacios de tránsito y esas estancias de reconocimiento que constituyen nuestra ciudad, son los lugares liminares en los cuales puede reconocerse ese potencial iconográfico en el cual nos reconocemos.