La frase inicial de este libro es contundente: “We are all implicated in this recipe for disaster” [Todos estamos implicados en esta receta para el desastre]. Esta afirmación nos  remite no a la ética de la piedad que caracteriza a la moral cristiana, sino a la ética de la solidaridad propia del humanismo, de los derechos humanos y del socialismo, según la cual todos somos parte del problema de los feminicidios de Ciudad Juárez. La ética de la misericordia ubica al sujeto piadoso en una posición segura de superioridad moral desde donde expresará su compación condescendiente hacia los desafortunados. La ética de la solidaridad ha de plantearse como la defensa de los derechos humanos de las víctimas directas e indirectas como una manera de llevar efecto los principios de empatía hacia un semejante.