Descripción:
Las revoluciones sin duda que son crueles, pero más con sus propios iniciadores. En México, los revolucionarios de 1910 terminaron en su mayoría fusilados o asesinados por sus antiguos camaradas mientras que los terratenientes o porfiristas murieron en su mayoría tranquilamente en su hogar. Una de estas historias es la de un joven que abandonó una prometedora carrera como abogado para unirse a la lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz: Lázaro Gutiérrez de Lara.