Descripción:
Se dice con frecuencia en los análisis políticos que los momentos de crisis se ofrecen siempre como una pérdida de legitimidad a cargo de los grupos dominantes. Le antecede a este quebranto una merma sustancial en la credibilidad ante las mayorías o sectores numerosos de éstas. Si nos atenemos a estas caracterizaciones, en México se transita por uno de estos tiempos. El crimen de Iguala tuvo el impacto suficiente como para sacar a flote viejas tensiones entre las clases, agravios resentidos por los de abajo, debilidades e imposturas entre las élites gobernantes. De pronto, el dolor e indignación causados por el asesinato de los estudiantes y las exigencias de justicia expuestos en centenares de movilizaciones que abarcan todo el territorio nacional, descubrieron la carne viva del sistema.