Descripción:
En 1959 Carlos Fuentes tenía 30 años, el fin convencional de la etapa juvenil. Sus recuerdos de la adolescencia estaban todavía frescos y no requería de grandes esfuerzos memorísticos o del uso de otras herramientas para recrearlos. Es la razón, me parece, por la que pudo penetrar con cierta facilidad en el alma de Jaime Ceballos, el protagonista de Las buenas conciencias, una de sus primeras novelas, salida de las prensas en aquel año. Por explicaciones similares, es que en mi caso, el libro me causó tanto impacto cuando lo leí a los diez y seis años, justo la edad de Ceballos. Regreso a la novela medio siglo después, en homenaje a su autor, cuyo fallecimiento inesperado y prematuro deja a las letras y a la cultura mexicana sin una de sus columnas capitales.