Descripción:
El dolor crónico plantea la cuestión de un diagnóstico siempre diferido e inseguro, sujeto a revisión o a controversia entre diferentes médicos; es una afección no sólo orgánica, sino, sobre todo, social, porque resuena con fuerza en la red de relaciones con los otros. El individuo, presa del dolor crónico, sufre, pero él también está en sufrimiento, como se suele decir de una carta que nunca ha llegado a su destinatario, está en suspenso, en espera, provisionalmente sin destino. Inmerso en su situación liminal, ya no está aquí ni en otro lugar, no es ni carne ni pescado, no es de aquí ni de otro lado, está marcado por la alteridad, dividido entre referencias que ya no se aplican a su persona y que resuenan en su sentimiento de identidad.