Red de Bibliotecas Virtuales de Ciencias Sociales en
América Latina y el Caribe
Por favor, use este identificador para citar o enlazar este ítem:
https://biblioteca-repositorio.clacso.edu.ar/handle/CLACSO/115888
Registro completo de metadatos
Campo DC | Valor | Lengua/Idioma |
---|---|---|
dc.creator | Alemán Santillán, Trinidad | - |
dc.date | 2016-01-01 | - |
dc.date.accessioned | 2022-03-23T19:35:25Z | - |
dc.date.available | 2022-03-23T19:35:25Z | - |
dc.identifier | https://revistas.ecosur.mx/ecofronteras/index.php/eco/article/view/1622 | - |
dc.identifier.uri | http://biblioteca-repositorio.clacso.edu.ar/handle/CLACSO/115888 | - |
dc.description | De la “sistematización de experiencias” se habla mucho actualmente, pero el discurso contiene una diversidad de ideas e intenciones que nos indican que está pendiente mucho trabajo teórico y metodológico antes de reconocer y establecer la importancia académica de sistematizar las experiencias.Para empezar, unas palabras sobre el significado de las palabras... De la “sistematización de experiencias” se habla mucho actualmente, pero el discurso contiene una diversidad de ideas e intenciones que nos indican que está pendiente mucho trabajo teórico y metodológico antes de reconocer y establecer la importancia académica de sistematizar las experiencias. Como acto previo a la pretensión de aportar algunas ideas sobre lo que entiendo por sistematizar una experiencia y la importancia que ello tiene, creo necesario establecer los elementos mínimos para saber de qué estamos hablando, por lo que dedicaré unos párrafos a intentarlo. A lo largo del texto utilizaré algunas palabras de uso cotidiano cuyo contenido espero no genere confusión; no obstante, dos de ellas y su combinación requieren que me detenga un poco para precisar su significado. No daré sus definiciones formales, solo indico lo que espero comuniquen. La primera de esas palabras es “conocimiento”, que utilizaré para caracterizar la habilidad humana de predecir situaciones y tomar decisiones pertinentes. El conocimiento se adquiere y lleva a modificar la forma en que nos relacionamos con el mundo que nos rodea, otras personas incluidas. La segunda palabra es “válido” (que contiene valor), y se refiere a la satisfacción que una acción consciente produce en quien la ejecuta. El valor es subjetivo, relativo a las personas (y a las culturas) y sus acciones; no es un atributo de los objetos. El grado de satisfacción se medirá utilizando criterios pertinentes a las expectativas de quien realiza la acción. Es importante destacar que la sociedad establece la mayor parte de los criterios de valor que utilizamos. Entonces, “conocimiento válido” es la habilidad adquirida por las personas para anticipar sucesos inevitables en un mundo continuamente cambiante, y que se desea no afecten, o mejor aún que beneficien, a quien las ejecuta. Primera idea: existe más de una forma de generar conocimiento válido En las escuelas se nos ha dicho que existen solo dos formas de conocimiento, el común y el científico. Esta diferenciación se ha llevado al extremo de afirmar que el conocimiento común, el que adquirimos con la experiencia, es rudimentario, incompleto, subjetivo y hasta cierto punto “falso”, puesto que no es apropiado para el conocimiento humano del universo. En contraparte se afirma que el conocimiento científico, como fase superior del intelecto humano, es el “verdadero”. El método científico, que genera conocimiento científico, data de los siglos XVI-XVII, pero la humanidad tiene más de un millón de años de existencia. Es evidente que a lo largo de su historia, los seres humanos han generado conocimiento válido por vías ajenas al método propuesto por la ciencia. Más aún, debiera resultar evidente que esas formas de generar conocimiento no científico pero válido siguen vigentes, actuando en ámbitos donde la ciencia no ha podido o no ha querido entrar. Por la brevedad del espacio, y con fines de referencia, en este artículo solo menciono las tres actuales formas mejor identificadas de generar saberes válidos (cuadro 1). En otra ocasión comentaré las características del conocimiento científico, al que no negamos sus virtudes y del que existe mucha literatura. Dejaré también para después el tema de la “retención selectiva” como método de generación de conocimiento. Ahora me orientaré a destacar los elementos principales del conocimiento que se genera “involuntariamente” al participar en procesos, al generar experiencias personales en ámbitos colectivos: es el llamado "aprendizaje institucional", el "aprendizaje social", y que aquí llamamos "sistematización de experiencias".Cuadro 1 Características básicas de las tres estrategias vigentes de generación de conocimiento válidoEstrategiaMétodo científicoRetención selectivaSistematización de experienciasBien definido enFísicaAgriculturaInformáticaEjemploDescubrimiento de NeptunoDomesticación del maízGoogleCriterio de validezObjetividadUtilidadEficaciaInformaciónCuantitativaCualitativa-cuantitativaCuantitativa-cualitativaÁmbitoIndividualComunitarioInstitucionalInteresesIntelectualesNecesidadesProcesosSegunda idea: la sistematización de experiencias genera conocimiento colectivo para el aprendizaje institucional La realidad es compleja y dinámica, pero también es regular, atributos reconocidos por la humanidad desde sus orígenes. A los ojos individuales dicha realidad aparece cambiante, impredecible (con cierto grado de incertidumbre), en procesos de largo alcance, que por lo común rebasan la duración de las vidas de los individuos. El método científico “detiene” mentalmente a la realidad (la abstrae), la fragmenta en trozos manejables en periodos de tiempo limitados y en espacios restringidos. La investigación científica, por tanto, tiende a ser de corta duración, con objetivos puntuales, precisos diseños estadísticos o experimentales y control cuidadoso de variables. Esta forma de estudiar la naturaleza se generó en la física, y el resto de las disciplinas científicas la adoptaron casi como dogma; como tal tiende a enseñarse en las universidades. Los procesos globales y de largo alcance que hoy día amenazan la vida en el planeta (el cambio climático, por ejemplo), cuyas causas se vislumbran, pero cuyos orígenes y alcances aún desconocemos, parecieran mostrar cierto “desencuentro” de la estrategia científica con la complejidad de la realidad que debemos atender. No obstante, la necesidad de seguir existiendo ha impulsado a la humanidad a participar de los procesos naturales de este tipo, a intervenirlos, a transformarlos... aunque no conozca a cabalidad sus características y su comportamiento. Los procesos ajenos (a veces) a nuestra voluntad y la necesidad de participar en ellos es el territorio de la sistematización de experiencias, del conocimiento colectivo. Sistematizar una experiencia es identificar lo que hemos aprendido en la práctica desarrollada en los procesos naturales y sociales en que hemos participado. La participación puede o no haber sido voluntaria; no obstante, la sistematización debe ser siempre un proceso consciente y voluntario, responsable, comprometido y crítico. En consecuencia, debemos reconocer que ese aprendizaje está no solo en los éxitos, sino también en los errores y obstáculos encontrados, que esperamos poder superar o evitar en procesos futuros. Sistematizar una experiencia es recocer los puntos críticos que deben atenderse para lograr mayor eficacia (relación entre objetivos y metas) y eficiencia (relación entre recursos y logros) de los procesos en que participamos. Los puntos críticos se presentan en cualquier proceso, sean proyectos de investigación o de desarrollo, sean cursos escolares o rutinas domésticas; lo destacado es el aprendizaje que obtenemos por hacer lo que inevitablemente debemos hacer, para hacerlo mejor. Queda claro, entonces, que la “estrategia de investigación y generación de conocimientos” de la sistematización de experiencias es esencialmente inductiva, empírica, basada en la práctica, y se inicia sobre el conocimiento que ya tenemos cuando arranca el proceso donde participamos. Es obvio también que quienes deben sistematizar son los propios actores del proceso, porque ellos son quienes quieren aprender de su experiencia. Los agentes externos asesoran y ayudan con ideas para facilitar la recuperación histórica o el análisis teórico de la situación. Características de los procesos naturales y sociales (sugerencias para su sistematización).Dinámicos, fluctuantes, no lineales, con múltiples factores interactuantes sobre ejes temporales frecuentemente indefinidos.Sugerencia: Definir lapsos, acotar tiempos, identificar espacios y caracterizar circunstancias de acciones y decisiones.Generan mucha y variada información tangible, no necesariamente anticipada (informes, mapas, minutas, notas de prensa y otros materiales) e “intelectual” (vivencias, experiencias, entrevistas).Sugerencia: Recopilar la mayor cantidad posible de la información generada. Organizarla de acuerdo a algún orden convenido sobre el que se puedan establecer otros (por objetivos, de uso de los recursos o preferencias de los actores). El orden cronológico es el punto de partida lógico, ya que obliga a los actores a realizar una búsqueda detallada de las historia del proceso, a la vez que exige definir criterios para incluir la información más relevante (es imposible incluirla toda). Esta documentación debe permitir identificar los cambios de actitud de los participantes y las modificaciones al sentido del proceso planificado, las decisiones tomadas, sus causas, sus consecuencias y sus “costos”.Sus componentes no solo son actores, sino fundamentalmente actitudes, acciones y decisiones que afectan al grupo. Todos intervienen en el proceso y las decisiones se toman con base en lo que va aconteciendo.Sugerencia: Interesar e involucrar a tantos actores participantes como se pueda. La intención es conformar un grupo que recupere, discuta y analice las acciones y el proceso en un ambiente de respeto y confianza. Es necesario planificar las reuniones para trabajar con técnicas grupales y participativas, que permitan incluir todas las opiniones y puntos de vista de los involucrados. No se trata de lograr consensos sino de mostrar la complejidad de los procesos y la importancia de las decisiones tomadas.Su desarrollo nunca es como se planeó inicialmente.Sugerencia: Recuperar los argumentos sobre los pros y los contras de cada acción o decisión, tanto en el marco de la propia experiencia y expectativas de los participantes, como de los objetivos del proyecto. El mejor punto de partida para sistematizar es clarificar las diferencias de lo planificado respecto a lo sucedido, como punto de reflexión crítica. Es importante elaborar documentos o materiales perdurables con los resultados de esta reflexión y comparar el proceso con experiencias similares, a fin de identificar posibles patrones o crear conceptos de mayor poder explicativo. En este punto del trabajo, la sistematización se transforma en conocimiento válido, generalizable a otras situaciones o circunstancias; debe compartirse y es publicable en foros apropiados.Son simultáneos a la práctica que los genera y sus resultados se aplican inmediatamente.Sugerencia: Incorporar los resultados de la sistematización en el proceso, con el fin de modificar actitudes, reorientar acciones y diseñar instrumentos. Incorporar el conocimiento así generado a la práctica cotidiana lo transforma en conocimiento significativo, en aprendizaje institucional. Fuente: Chávez Tafur, Jorge. 2006. Aprender de la experiencia. Una metodología para la sistematización. Fundación ILEIA. Asociación ETC Andes. Lima. Perú. Guía práctica. Tercera idea: como método para generar conocimiento válido, la sistematización está aún en proceso de construcción... se vale no estar de acuerdo Tal cual mencionaba al principio, la sistematización de experiencias es tema de cierta actualidad en algunas instituciones de investigación. Sin embargo, el paradigma científico está sólidamente establecido en esas instituciones, y aunque las experiencias en sus campos académicos respectivos son muy ricas, la ausencia de lineamientos claros, similares al “método científico”, han limitado el interés por el aprendizaje institucional. Así pues, las objeciones a la propuesta de generar conocimiento válido no científico enfrenta varias objeciones, muy serias: Objeción epistemológica. ¿Es posible generar conceptos y teoría a partir de uno o unos pocos casos? Objeción metodológica. ¿Qué tan rigurosas son las metodologías participativas y las técnicas cualitativas para describir la realidad? ¿Qué importa más, el proceso o el resultado? Objeción sociológica. ¿Qué tanto la importancia de la experiencia de los participantes induce a la transformación de su propia realidad? Objeción ética. ¿Quién se beneficia realmente de la sistematización de la experiencia? ¿Cuál es el riesgo de que se transforme en un instrumento para acopiar información de control social? Conclusiones Si bien la sistematización presenta un registro ordenado de las actividades realizadas en el desarrollo de un proceso, no debemos confundirla con su evaluación. Esta compara lo propuesto con lo logrado en el trabajo, mientras que la sistematización revisa y reflexiona acerca de la forma y las condiciones con las que se realizó ese trabajo. La sistematización se realiza con la finalidad de compartir lo aprendido en el proceso, con acciones analizadas y teóricamente sustentadas. Se pretende generar conocimiento a partir de experiencias concretas de intervención social; es el conocimiento que adquiere la institución o el grupo que realiza la intervención (conocimiento institucional), más allá de la experiencia individual de cada sujeto participante. Se busca identificar la lógica del proceso, los factores que intervinieron y la manera en que se relacionaron para tomar las principales decisiones que orientaron el desarrollo. Considerada de esta forma, la sistematización se vuelve un proceso participativo de aprendizaje colectivo que intenta transformar una realidad social. Corolario de esta definición es que a toda sistematización le antecede una práctica: no hay sistematización sin práctica. Trinidad Alemán Santillán es técnico académico del Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente, ECOSUR San Cristóbal (taleman@ecosur.mx). Ecofronteras, 2016, vol.20, núm. 56, pp. 26-29, ISSN 2007-4549. Licencia CC (no comercial, no obras derivadas); notificar reproducciones a llopez@ecosur.mx | es-ES |
dc.format | application/pdf | - |
dc.language | spa | - |
dc.publisher | Ecofronteras | es-ES |
dc.relation | https://revistas.ecosur.mx/ecofronteras/index.php/eco/article/view/1622/1565 | - |
dc.source | Ecofronteras; Vol. 20, núm. 56, enero/abril 2016; 26-29 | es-ES |
dc.subject | sistematización | es-ES |
dc.subject | conocimiento científico | es-ES |
dc.title | Tres ideas sobre la sistematización de experiencias | es-ES |
dc.type | info:eu-repo/semantics/article | - |
dc.type | info:eu-repo/semantics/publishedVersion | - |
Aparece en las colecciones: | El Colegio de la Frontera Sur - ECOSUR - Cosecha |
Ficheros en este ítem:
No hay ficheros asociados a este ítem.
Los ítems de DSpace están protegidos por copyright, con todos los derechos reservados, a menos que se indique lo contrario.